Suerte.
Como varias entradas me gusta empezar con la etimología de una palabra como resumen de lo que vendrá.
Humildad, que bonita palabra. Del latín humilitas y de la raíz humus, raíz cuyo significado es "tierra" y hace referencia a lo bajo, lo mundano, al reconocimiento de lo terrenal.
La persona humilde es la que reconoce sus errores, sus debilidades, sus puntos negativos y los integra a su vida como parte de un todo verdaderamente completo. Tomada como bendición y como cualidad de santo para las religiones, la humildad es ampliamente venerada como una de las cualidades más nobles que un humano pueda tener el honor de poseer.
Personas abiertas al amor desinteresado, pues de desprenden de lo propio y el altruismo se hace norma.
Sin embargo las virtudes son torcidas cuando la mayoría pervierte. El noble humilde se convierte en el se convierte en el tonto ideal.
Pueden preguntarle a Ned Stark... O a su cabeza empalada en una estaca.
Mi punto es que, la humildad para mi, como cualidad de hacer de mis errores y debilidades algo gracioso y de querer desinteresadamente, me ha traído cosas maravillosas pero la misma cantidad de golpes difíciles de aguantar.
En las mejores noches mis sueños se inundan de posibilidades, mundos infinitos de lo que podría ser, lo que yo querría que fuera. Un mundo no a la medida sino donde yo sencillamente encajara. Pertenencia.
Pero en las peores. Ay las peores. Son noches largas en las que mis sueños despiertos se inundan de posibilidades, mundos infinitos de lo que podría ser, lo que yo querría que fuera. Pero que con certeza mortal y profunda se que no pasaran.
Y una pregunta que se repite como un mantra depresivo en mi cabeza.
¿Por qué?
Hoy se suponía sería una de esas noches. Pero la respuesta a la pregunta llegó más clara que nunca. Ni la "eureka" de Arquímedes es suficiente para describir el súbito descubrimiento.
¿Por qué? Pues porque yo lo permito.
En el mundo en el que estamos condenados a vivir las personas buenas estamos encadenadas a un destino de momentos difíciles, pues las buenas acciones no tienen retribución inmediata y muchas veces llenamos el vacío que deja la falta de amor propio con actos de enorme bondad. Pero el vacío siempre existe y el karma no está hecho para llenar vacíos, sino para afianzar conjuntos, agrandar el todo.
Estoy cansado de permitirlo. Quiero trabajar en mis vacíos. Llenar esos espacios con el amor que yo me puedo regalar y el amor de tantas personas que, entre el montón, han sabido apreciar el diamante en bruto que soy.
No merezco que esas cosas feas se adhieran a mi. Solo tengo que aprender a merecer cosas hermosas que sean un reflejo de lo más profundo de mi ser.
Me niego a caer en el conjunto. Nunca dejaré de ser bueno y siempre tendré amor de sobra. Solo que ahora seré mucho más selectivo.
Gracias a los que hicieron de ésta, un prospecto de noche difícil, una noche de descubrimiento.
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