Cuando algo falta... sangre al mar.

Sientes el abrazo frío del agua en tus pies, el siseo de serpientes que vienen del mar en oleadas para morir en la orilla, para volver a nacer. Abrazas lo granos de arena con cada dedo, como si con cada uno de ellos tu vida se hiciera más larga. Conoces donde estas, pero no sabes donde te encuentras. Tu cuerpo está allí, tu presencia, pero sientes que tu alma se difumina en el infinito horizonte. Llevas ropa de rutina, lo que se repite, lo funcional pero que después de tanto uso su esencia se ha perdido en lo que ayer fue disfrute y hoy solo es labor. Una mano sostiene la tuya pero eres incapaz de voltear, una mano familiar fría pero acogedora. Se calienta poco a poco y logras voltear, y ves tu mano y un hilo de sangre, sangre que cae en la arena y se pierde en el infinito. Lo primero que piensas es “de quien será” pero lo único que haces es seguir admirando el horizonte. No sientes herida alguna y vuelves a pensar “la sangre no es mía”. Ves que anochece y el agua te cubre mientras la luna sigue su curso, el hilo de sangre también corriendo hacia el mar como cual río hiciera. Sabes que estás vivo por lo menos de solipsista, sabes que estás muerto porque no puedes moverte, sabes que es utopía porque no necesitas hacerlo. Pero la sangre sigue brotando y el mar ahora es carmesí y el cielo se torna rojo. Miras al horizonte y te sientes feliz, felicidad que se ve estrangulada por la sangre que es un poco más caliente. “Quien esta muriendo” te preguntas de nuevo. Lo que no sabes es lo que te atormenta y con esta tercera pregunta un rayo corta el firmamento y lo sigue la lluvia como una legión imparable de gotas de vida. Pero las gotas se mezclan con la sangre y se vuelven muerte y putrefacción. La sangre sigue emanando desde ningún lugar, brotando hacia todos los lugares. La tormenta te da libertad y el caos solo te hace mas feliz. Con libertad levantas la mano y ves que la sangre bulle de la tierra. Ahi te das cuenta que la sangre es tu cordura, tu sentido y tu ser; y que brota porque algo falta, un pequeño trozo de arena, en una inmensa orilla, orilla que es tu vida y mar que es tu tiempo.

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